En mis zapatos

Martes de donaciones

Joseph

Mi madre biológica me abandonó en el hospital. Languidecí en el hospital semana tras semana. A los dos meses pesaba por fin 4 libras. Mi cabecita y mi torso cabían fácilmente en la palma de la mano de mi madre adoptiva cuando me cogió en brazos por primera vez.

Me costaba ganar peso y no respondía a la mayoría de los sonidos. Mi familia de acogida rezaba fervientemente por mi salud. Poco a poco me fui haciendo más fuerte y recuperé la audición hacia los seis meses. Los médicos nunca pensaron que viviría, pero lo hice. Los profesionales dijeron que las circunstancias de mi nacimiento habían causado daños irreversibles, pero Dios tuvo la última palabra y los revirtió. Mi madre biológica se sintió abrumada por la culpa y la vergüenza y volvió a por mí.

Me he reunido con mi familia biológica y, junto con mi antigua familia de acogida, juntos somos más fuertes. Ya he superado tantos obstáculos imposibles y no solo he vivido, sino que he prosperado.

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