Romper cadenas y romper tradiciones

Hoy Honduras ha investido a su primera presidenta. Ha sido un momento emocionante e histórico. Me ha encantado ver la pompa y circunstancia de la ceremonia celebrada en el estadio nacional, completamente abarrotado. Había banderas ondeando, música animada, vítores cuando se anunciaba a cada invitado de honor, el cambio de la banda presidencial y mucho más. Fue muy especial ver cómo la Presidenta tenía a su nieta a su lado participando de forma notable en esta ocasión monumental.

Pero, sobre todo, me encantó ver cómo mis hijas presenciaban cómo una mujer asumía con confianza la más alta posición de poder en su país. Al mirar a su nueva presidenta, Xiomara Castro, pudieron verse a sí mismas y un mundo de posibilidades que nunca antes habían considerado.

Hoy en su discurso la presidenta Xiomara alentó a las niñas y mujeres de este país diciendo: "¡No más violencia contra las mujeres! Estoy impulsando con todas mis fuerzas que nuestras niñas puedan desarrollarse plenamente. Mujeres de Honduras, no les fallaré. ¡Defenderé sus derechos! Pueden contar conmigo".

Fue un momento poderoso, la energía tangible mientras las voces de las mujeres de todo el estadio estallaban en vítores.

Mientras miraba por encima de las cabezas de mis hijos, con los ojos fijos en la pantalla mientras la recién investida presidenta tendía la mano para saludar a su pueblo, mis pensamientos se volvían hacia la violencia, los abusos, el abandono, la falta de educación y la pobreza que habían sufrido las mujeres que dieron vida a estos preciosos niños.

La violencia contra las mujeres en Honduras es una epidemia. Todos los días recibimos niños cuyas vidas han sido destrozadas por feminicidios, violaciones y agresiones violentas sufridas por las mujeres de sus vidas. Estos traumas ocurren tanto dentro como fuera de sus hogares. Y aunque los actos en sí son horribles, el sistema de justicia a menudo revictimiza a estas mujeres y no logra protegerlas una vez más.

No fue hasta enero de 1955 cuando las mujeres hondureñas consiguieron el derecho al voto. Los avances son lentos y el impacto de las agresiones de género y la discriminación siguen asolando a la población. Incluso con las campañas nacionales contra la violencia que comenzaron en los años 90, las estadísticas muestran que la violencia sigue aumentando. Sin embargo, la nueva presidenta recordó a su pueblo que hoy "estamos rompiendo cadenas y rompiendo tradiciones" y sé que su victoria ha denotado algo mucho más que un cambio en la política.  

Nuestro trabajo en Legacy of Hope no se limita a satisfacer las necesidades físicas, emocionales y espirituales. También educamos a cada niña sobre sus derechos y sobre cómo denunciar un delito a la policía. Es impactante ver cuántas niñas no entienden sus derechos básicos y se sorprenden al saber que el abuso y la negligencia que sufrieron fue un delito. Con cada niña rescatada se siembran semillas de cambio.

La realidad a la que se enfrentan muchas mujeres en este país es dura e implacable. Rezo para que mis hijos nunca tengan que experimentar la angustia y la lucha que sufrieron sus madres biológicas. Rezo para que el día de hoy marque un futuro más brillante en el que las mujeres se sientan empoderadas por su líder. Espero que hoy nazca algo nuevo y que las mujeres de todo este hermoso país sean consideradas como el valioso recurso de fuerza y sabiduría que son.

 

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